APRENDER PARA HACER


 
 
“Aprender para hacer”

19 de septiembre de 2014

En este mes de septiembre, al igual que todos los años del inicio escolar, los padres y madres abordan con entusiasmo y alegría el comienzo escolar. Esto se debe, en líneas generales, a la importancia de dar comienzo a los ajustes necesarios para la vida de todo un nuevo año académico tras el periodo vacacional.
Como ya sabemos, para los alumnos/as y para los padres, el año tiene su punto de partida con el curso escolar. Todos los inicios tienen aparejado ciertos ajustes necesarios a los que enfrentarnos. Los padres y madres con intensa preocupación por los costes del inicio escolar,  por conocer al nuevo profesorado, por la vuelta a la rutina, por los ajustes en los horarios, por el inicio de actividades extraescolares que complementen la formación de sus hijos en música, deporte, baile,  idiomas, etc… Pero sobre todo, por ver cómo irá la evolución de sus hijos/as en este nuevo tiempo en sus vidas resumido en un nuevo año escolar.
Ciertamente, desde la mirada de adultos pensamos que nuestros hijos/as deben aprovechar el tiempo y con esto estamos pensando que deben aprobar el curso.  Se les anima a estudiar para que puedan lograr el paso de las evaluaciones trimestrales con tranquilidad  y soltura.   Se les repite la frase de “estudiar es tu obligación”  “estudia para que tengas un buen trabajo”, etc.  Probablemente, con el uso de esas expresiones, nos anticipamos a la cantidad de aprobados o suspensos que puedan venir.  Sin duda, todos estaremos de acuerdo en esas expresiones que no dejan de tener valor en cuanto a resumen acotado de lo que debe hacer un estudiante.  Y es aquí donde empiezan uno de los conflictos padres, madres e hijos.
 

Precisamente, es en este punto, cuando los hijos con el avance del curso empiezan a relajarse pues lo asumen con una rutina diaria que aburre o que cansa. A muchos nos suena la expresión de algunos alumnos/as que matizan con gestos expresivos “es que me aburro”, “el centro me la come”, etc. Expresiones que empiezan a hacernos visible que va ocurriendo a lo largo del curso. Ante esto siempre nos quedan dos caminos:  uno, volver a repetir las expresiones “estudiar es tu obligación”  “estudia para que tengas un buen trabajo”, con lo cual se convierten en retahílas que a nuestros hijos/as les van sonando a “no me atormentes” “relájate”, etc. O pasar a la segunda alternativa, que consiste en abordar ¿qué está ocurriendo para que nuestro hijo/a empiece a ver el curso como algo aburrido, rutinario etc.?
Y es precisamente en este punto donde propongo hacer el cambio de estrategia con nuestros hijos/as, alumnado. Es en ese punto, donde vemos los signos de aburrimiento, las primeras señales de alarma sobre que va a ocurrir en los próximos nueve meses. Aquí es donde debemos empezar a despertar. Si a ellos les pedimos un cambio también nosotros debemos abordar un cambio que produzca efecto en  sus conductas y por tanto en sus rutinas. Aquí es donde debemos saber que “todos los alumnos/as son capaces de superar los objetivos de un curso”. Pero para eso deben saber que el apoyo va más allá de las retahílas tradicionales que a modo de resumen reproducimos de forma repetitiva y cansina.
Superar el curso es cuestión de trabajo en equipo (padres, madres alumnado, amigos/as, profesorado) y en ese trabajo están implicados todos.  En  este cambio de estrategia propongo empezar por trasladar a nuestro alumnado - hijos/as “qué es eso de   estudiar, en qué consiste, qué supone para ellos y para sus compañeros de aula, de centro y hacia dónde se encamina ese trabajo”. 
De la misma manera que es fácil hacerles ver que un partido de fútbol gana el que más goles mete en la portería contraria  y que al día siguiente se puede volver a jugar otro partido, “estudiar” debe convertirse en ese juego que nos haga cumplir los pequeños objetivos del curso escolar. Pero para eso, debe existir un cambio de enfoque del concepto estudiar y enfocarlo al  “aprender para hacer”.
 
Miguel Ángel Araña Martel
Coaching Pedagógico
 
 
 
 
 
 

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